En
la actualidad es imposible entender estos términos por separado, ya que están
en una constante interacción. Se mueven dentro de un sistema basado en la
ambigüedad y la contradicción, es decir, algunas veces se complementan y otras
veces se repelen, pero existe una imposibilidad irrevocable de que exista uno
sin el otro.
La
sociedad en la que vivimos esta enferma, y esa enfermedad se ve incrementada en
gran parte por la suciedad de la economía, por la avaricia que suscita el
querer más. La enorme familiarización con términos como corrupción o fraude
evidencian la existencia de un problema de gravedad que esta acabando con todos
los valores sociales.
La prueba de esta pérdida de moralidad se ve
reflejada en la conversión de las ONG en grandes empresas, es decir en nuevos
sistemas de dominación capaces de manipular mas eficazmente al individuo que
cualquier entidad financiera.
Esta
enfermedad de la sociedad esta teniendo consecuencias muy graves para los
ciudadanos, que son incapaces de permanecer impasibles ante los escalofriantes
acontecimientos a los que tienen que hacer frente. El aumento de enfermedades
mentales seguido del consecuente aumento de medicamentos psicotrópicos es un
dato que no se puede pasar por alto, y que esta estrechamente relacionado con
la situación económica por la que atraviesa el país. Y no es para menos, porque
todos los aspectos de una sociedad están regidos por el sistema económico. La
educación, la sanidad, todos los
sectores de la población dependen de que a los gobernantes les de por hacer lo
que deben hacer, y no lo que quieren.
A
pesar de todo seria injusto ( y no tendría mucho sentido) echarle la culpa únicamente
a los individuos que gobiernan, puesto que si seguimos la lógica del dinero,
cualquiera que nos encontrásemos en su misma situación, actuaríamos de la misma
forma. Esto quiere decir que si tuviéramos oportunidad por su puesto que robaríamos,
por mucha moral de la que se presuma (sin herir sensibilidades). Para ilustrar
esta afirmación tan polémica que acabo de hacer, no se me ocurre mejor ejemplo
que recordar el experimento realizado por un Stanley Milgram, psicólogo de la
universidad de Yale que demostró en los años 60 que la obediencia a la
autoridad no depende de factores de la personalidad, si no que depende de
factores situacionales. Esto nos viene a explicar que nuestras actuaciones
están sujetas a las circunstancias que nos rodean, por lo tanto no es a los
individuos en cuestión a los que se debe juzgar, si no al sistema que propicia
y permite esas actuaciones.
Con
esto lo que quiero decir es que no se trata de buscar culpables y cortar
cabezas, sino de cambiar la estructura del sistema que ha hecho que estas
personas se comporten de esa manera.
En
este ultimo año han surgido numerosos movimientos sociales que van en contra
del sistema tal y como lo conocemos,
pero el problema esta en que no es tan fácil derrumbar un sistema cuyas
bases económicas forman parte del paradigma social. Para que el cambio sea
efectivo y real, es necesario propiciar una ruptura con el paradigma anterior y
proponer nuevas formas para regir la vida de los individuos en todos sus
ámbitos, no solo en el político.
Este
cambio de paradigma esta más próximo de lo que parece, puesto que los
acontecimientos producidos en los últimos años han hecho que cada vez mas
personas se cuestionen los cimientos de nuestra sociedad, independientemente de
ideologías, sexos o religiones. Personas de lo más variopintas y diferentes
entre si entontan los mismos himnos o levantan las mismas pancartas porque por
primera vez en la historia es más lo que los une que lo que los separa. Quizás
sea cierto el refrán de que no hay mal que por bien no venga, y el hecho de que
los ciudadanos de todo un país (que no se caracterizaba precisamente por el
respeto mutuo) hayan empezado a colaborar juntos y a avanzar hacia un mismo fin
es un gran avance social que no se debe pasar por alto.
Por
tanto, es posible afirmar que la estructura económica de esta sociedad, tan
perjudicial a priori, ha conseguido romper con todas las barreras que había
construido un mal sistema educativo y una tradición y costumbres fundadas en la
intolerancia. El necesario e imprescindible cambio de mentalidad por fin esta
llegando a un país que estaba muy atrasado en temas sociales, aunque haya sido
de forma paulatina. Ahora solo cabe esperar que la configuración de una nueva
manera de ver y hacer las cosas no este sesgada de los radicalismos propios de
los momentos de crisis, por que sino en lugar de ser un paso hacia delante,
serán dos hacia atrás
Se
me ocurre una anécdota que explica a la perfección la influencia de los
individuos en las entidades financieras, y el poder que estos tienen a la hora
de determinar el futuro de una entidad financiera. Se trata del denominado
Mezcles Negro de 1929, en el cual un rumor de insolvencia del Last Nacional
Bank, una vez creído por el numero suficiente de depositantes, daría por
resultado la insolvencia real del banco ( que a priori era ficticia) cuando
todos ellos hicieron cola para sacar sus ahorros y salvaguardar lo suyo.
Esto
demuestra que el poder del individuo como ciudadano y parte por tanto de un
sistema social, económico y político es muy fuerte. Si la acción de una gran
numero de sujetos acabó con la estructura financiera de un notable banco,
podría conseguir cualquier cosa.
En
conclusión, ahora que los fines están completamente definidos, solo falta
determinar a través de que medios se van a conseguir, y sin duda la
movilización ciudadana es el más importante. Quedarse quieto como un
vegetal repitiendo consignas
revolucionarias no sirve nada más que para crispar los nervios de los más
sensibles, y entorpecen el camino de los que día a día luchan de verdad por
configurar una nueva forma de hacer las cosas.
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